Demasiado rojo es la excusa que esgrime Beltrán, protagonista del primer cuento, cuando le sacan del cuarto a rastras tras cometer su delito. Adelina, en otro de ellos, posee una voracidad inmensa, tan monstruosa que acogota a su madre, incapaz de satisfacer su apetito. El soldado que se encuentra desnudo con una mujer del Vietcong, luchará entre el miedo a perder el pellejo y su irreprimible instinto sexual. Pero tan rotunda como todos estos hombres y mujeres es la fuerza de la conciencia que se lanza reproches y dialoga consigo en la noche, el sueño y la pesadilla, en un continuo avance, cuento a cuento, hacia un final de soluciones desesperadas sustentadas en alguna loca ilusión, puede que la última.

Gustavo Dessal sitúa a sus personajes frente al instante definitivo, marcado por el destino.